En un bosque con árboles tan grandes
e imponentes, como los edificios de esta enorme ciudad, comenzó a creer un
árbol, su nombre era Roble y en efecto como su nombre lo dice era un roble,
comenzó a crecer fuerte, grueso, muy verde y con grandes ramas, los árboles a su
alrededor, o mejor dicho su familia, al ser más longevos que él le tapaban al inicio
el cielo, pero a medida que pasaba el tiempo Roble comenzó a ver ese inmenso
cielo que se desnudaba frente a él, tan azul, tan puro, con motitas de algodón que
parecía como si alguien las hubiese querido agarrar y las hubiese dejado a
medio camino, las nubes ¡ah! Las nubes cada día las veía una tras otra, cómo
desaparecían y cómo, con más gracia aún, volvían a aparecer; no eran testigos
de nada y más allá de su corta vida, nada les importaba, en las noches las extrañaba
profundamente y de día todo el tiempo estaba mirando lo efímeras que son, pero
lo llenas de vida que, para él, estaban.
Y así miró a su alrededor, todos
los árboles cercanos a él parecían tan perennes, tanto tiempo ahí en ese mismo
lugar, fijos con raíces tan profundas, todo siempre tan igual, la tierra del
mismo color, el arroyito que pasaba junto a él siempre tan igual, todo por
tanto tiempo, esa preocupación comenzó a agobiarlo, más que agobio, Roble se
angustió tan profundamente, que su madre, que estaba a un par de metros de él, lo
notó y le preguntó qué le pasaba, cuando Roble le contó, así respondió ella: —¡Ay
Mijo! No, Roble, no, Mijo; moverse no es necesariamente vida, que usted se esté
moviendo no significa que usted es vida, mire para allá, todo eso es horizonte,
utopía, eso no nos pertenece, nos pertenece esto, donde usted está, aquí donde está
su familia, yo toda mi vida he estado aquí y usted Roble, usted va a estar toda
su vida aquí—.
Esas palabras que Roble oyó de su
madre lo lastimaron profundamente, porque su sueño era ser como las nubes de
Szymborska, poder desvanecerse en algún momento, ser tan fugaz como ellas, pero
él siempre iba a estar en ese bosque y por más que Roble intentó moverse de ese
lugar, por más que sacudió sus ramas y que movió levemente sus raíces, ya la tierra
lo había acogido como suyo, Roble vio que lo único que le quedaba era esperar
el abrazo de la muerte y así comenzó a dejarse morir, evitó que los nutrientes de
sus raíces fluyeran por su tronco y con el tiempo su corteza comenzó a caerse y
se puso tan débil que su tronco se partió y cayó atravesado en el arroyito, que
comenzó a fluir por él, con la humedad su madera comenzó a convertirse en
delgadas hebras y estas se deshacían en el agua, misma agua que, por la
evaporación, comenzó a subir al cielo y se resguardó en las nubes y así Roble
cumplió su sueño de ser una nube de Szymborska, a las que el tiempo no
encadena, ni la tierra ata, las que no necesitan ser vistas para poder existir.
Es un cuento bello de gran profundidad que invita a la reflexión sobre el destino y la autodeterminación. La libertad o la resignación
ResponderEliminarUn gran cuento hermoso que a la vez toca temas profundos 10/10
ResponderEliminarCorto y profundo, me gustó mucho y llega en un momento agitado de la vida
ResponderEliminarUn árbol que quiere ser como las nubes... Melancólico, lírico, casi poético. En definitiva, un cuento que invita a la reflexión.
ResponderEliminarY cuando sale Roble 2 🤩🔥
ResponderEliminarAl final todos somos roble y todos somos nube, a veces más uno que otro...
ResponderEliminarUn cuento que recuerda que uno pertenece en el lugar que el corazón desea. Qué bello ♡
ResponderEliminarQué belleza de cuento, lleno de ternura y melancolía, Roble me dejó una sensación profunda: ese anhelo de disolverse, de ser liviano, de no pertenecer del todo, su rendición no fue derrota, fue libertad, no dejó de ser árbol, pero se volvió nube. Es hermoso y devastador a la vez
ResponderEliminarEste cuento me recuerda un poco a la propia introspeccion de la condicion Humana, la Constante lucha entre el sentir y la razón … creo que al final de la vida todos somos roble, aprisionados sobre las raices de ser sociedad, pero con el alma en las nubes y queriendo ser tan eternos como efimeros en ese deseo concebido del corazón …
ResponderEliminarGracias por recordarnos lo bellamente humanos que podemos ser :’), y que la vida misma siempre nos lleva por los rios de nuestra propia libertad
Una manera muy profunda de hablar sobre nuetas raíces y experiencia de vida.
ResponderEliminarEs hermoso y tiene que ver mucho con lo que uno quisiera aser
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